A diario los seres humanos nos enfrascamos en situaciones individuales donde queremos potencializar una aptitud o integrar ajustes en nuestros comportamientos para tratar de encontrar resultados acordes a los objetivos que nos trazamos. Es la constante búsqueda natural del equilibro entre la felicidad, el deber y lo que damos y perciben los demás de nosotros mismos.

La psicología humana se enfoca justamente en esos criterios para la búsqueda del equilibrio, la tranquilidad y la paz interior, que se traduzca en productividad, relacionamiento y eficiencia a la hora de coexistir en cualquier entorno, en donde hoy, surgen permanentemente herramientas como las redes sociales, los nuevos medios, las plataformas comerciales, las estrategias de endomarketing, y un sinnúmero de posibilidades que han surgido de esa misma necesidad de establecer cambios para crear o satisfacer necesidades humanas.  

Al comienzo todo suena abrumador, saturado de información, manuales y procedimientos. Y no solo en las tendencias que menciono; en la vida misma, en las relaciones humanas, afectivas y laborales; en los nuevos rumbos y en los sueños; en cada emprendimiento, búsqueda o proyección, nos acostumbramos a visualizar todo antes de la verdadera acción e intención para afrontarlos. ¿Cuántas veces se nos han ocurrido ideas maravillosas que no ejecutamos y al paso de los días vemos que alguien, que si tuvo el empuje “la rompe” como coloquialmente decimos?, ¿Cuántos amores hemos dejado postergados por temor al rechazo?, ¿Cuántas veces aplazamos un gusto que queremos darnos?

Una cosa es lo previsivos que debemos ser para sortear a diario este mundo incierto y lleno de sorpresas, eso está bien y es apenas lógico, más cuando surgen responsabilidades que no podemos evadir todos los días. Pero un tema es esa previsión y otra muy diferente es resistirnos a los cambios y ajustes de nuestra vida por temor o prejuicios, por riesgos muchas veces inexistentes solo alimentados en nuestras cabezas. ¿Cuántos empleados aguantando maltratos por miedo a perder su trabajo?, ¿Cuántas relaciones infelices simplemente viviendo por las responsabilidades que tienen?, ¿Cuántos estudiando temas que nos les gustan?, ¿Cuántos aparentando ser algo por darle gusto a los demás?, ¿Eso es vida?, ¿Nos vamos a gastar la única vida que tenemos dándole gusto a los otros?

No hay una clave infalible para vencer los temores humanos y naturales. Lo único efectivo es ver que el tiempo es la herramienta más preciada de nuestras vidas y cada segundo que pasa en lo que hacemos algo en lo que somos infelices o no estamos cómodos, nosotros mismos somos quien nos estamos robando vida, matando sueños y destruyendo oportunidades valiosísimas, mientras vemos cómo los otros surgen día a día y vencen sus temores sin pensarlo demasiado.

Es el momento de emprender, de buscar alternativas, de retarse, de medirse, de vencer esos récords de otros y convertirlos en oportunidades. Estamos en un momento propicio para reiniciar la vida y el ejemplo más claro es que el mundo hace un par de años se encargó de volver a barajar el naipe y repartir para que reiniciemos nuestro juego. Hay millones de oportunidades, tejamos redes de apoyo dinámicas que, con ética, responsabilidad y empatía, hagan que todos construyamos un mundo mejor.

Escuchemos oportunidades, no nos cerremos a oírlas por prejuicios heredados o propios. Investiguemos, cuestionemos y evaluemos siempre antes de dar los pasos, pero también creamos que somos merecedores de cosas buenas ¡porque sí! sin demasiadas explicaciones. Si hacemos esos ajustes y quitamos de nuestra vida la resistencia a los cambios, con seguridad el mundo se confabulará para sorprendernos muy positivamente.