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GUDNIUS
Tomado de: gudnius.co
Es mucho lo que nos han enseñado en la vida sobre los pasos firmes, los planes y las proyecciones; las estrategias, la medición, los riesgos y los resultados que esperamos. Eso está perfecto para emprender caminos que involucren a otros en las decisiones simples o importantes, pero que determinen en el beneficio común para lograr el éxito en cada rol que hacemos. Pero ¿qué pasa si son decisiones que van alineadas con nuestra felicidad, con nuestro bienestar o nuestras propias convicciones?, ¿Renunciamos a todo por seguir las dinámicas de las expectativas del mundo?
Es claro que hay que adecuar preferencias por el beneficio de la pareja, de la familia, o de los amigos, la democracia es clave en las decisiones que busquen un bien común en el que de una u otra forma se encuentren alternativas para negociar alcances de nuestras propias decisiones, bien sea por un fin supremo de felicidad, la familia misma y su desarrollo, o los planes y acuerdos establecidos fundamentados en la ética, el sano razonamiento, los alcances y los resultados futuros para conseguir algo.
En el caso individual, donde no deberían negociarse los principios, la felicidad y el derecho al desarrollo humano como piedra angular del crecimiento, muchas veces dejamos de hacer cosas por el miedo que conlleva enfrentarnos al mismo destino. Estudiar, buscar alternativas laborales diferentes, escribir un libro, hablarle a la persona que nos gusta, pedir perdón, dar las gracias, en fin, cosas simples que pueden resolverse simplemente con el motor de la inercia, mucho antes de matarlas con los prejuicios de siempre. (Esa bola de cristal que anticipa las respuestas a cosas que no hemos hecho y que un alto porcentaje matan los sueños de entrada).
¿Alguna vez le han dicho que usted sería un crack para las ventas?, ¿Alguna vez a oído que su capacidad de comunicación es fantástica?, ¿le han exaltado su creatividad como su principal característica?, esto por mencionar algunas cosas que en el día a día se pierden en los afanes por resolver otras, pero que son capacidades innatas a las que muchas veces no le damos el crédito por estar sincronizado otras prioridades o principios, que a lo mejor ni siquiera son los nuestros.
Hoy el mundo del crecimiento ofrece todo tipo de actividades económicas interesantes, éticas y con una gran proyección para el desarrollo de los sueños propios, pero también el de las familias, nuestros propios entornos, y las personas que más queremos. La venta directa es quizá el mejor de esos ejemplos. Un sector que con decisión, esfuerzo permanente, creatividad, ética y un respaldo inigualable por parte de la seriedad y recorrido de cada uno de sus asociados, hoy se ha convertido en una alternativa inmejorable para suplir los vacíos económicos de tantas familias en el mundo, que han visto en esta actividad, referentes de posibilidades para lanzarse y arriesgarse sin pensar en la edad, en las condiciones sociales, o coyunturas políticas propias de cada país, para alcanzar intereses supremos marcados por los resultados del propio esfuerzo, lleno de oportunidades de crecimiento, bienestar y las experiencias de cada persona que se está tomando en serio esta posibilidad.
Colombia ocupa el puesto número 15 en el mundo para el crecimiento ético de esta actividad de venta directa, que insisto, no se ejecuta con varas mágicas para volvernos estrellas de cine de la noche a la mañana. Este es un sector serio, vigilado y controlado por autoridades nacionales y mundiales; acá no hay cabida a los detestables esquemas fraudulentos que denunciamos permanentemente y que tanto daño le hacen a las personas que ponen su fe en «la fórmula mágica» para el crecimiento. Acá es con esfuerzo, creatividad, seriedad y dedicación, pero sin duda es una alternativa que además de beneficiarnos con recursos adicionales, exalta valores humanos de socialización, comunicación, crecimiento, convencimiento y solidez personal.
Es un buen momento para cuestionarnos en qué dirección están yendo nuestras propias convicciones e intereses; cómo nos estamos auto percibiendo, pero sobre todo qué estamos haciendo para alcanzar nuestro propio bienestar. Nunca es muy tarde para nada, pero el momento es ya, bien sea empezar, retomar, volver a intentarlo, o lo que sea, no aplacemos más el sueño de arriesgarnos a ser felices y alcanzar nuestros sueños.
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