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Gran parte de los avances logrados en equidad de género en materia laboral, lo sepultó la pandemia. Las mujeres no solo han perdido numerosos puestos de trabajo, sino que se les aumentaron las labores no remuneradas. Por lo menos 23 millones de ellas entraron a situación de pobreza en América Latina.
Antes de la pandemia había 118 millones de mujeres en situación de pobreza en América Latina y el Caribe. El estimativo más reciente de la CEPAL es que la contracción de la economía y su impacto en el empleo, adicionó a esta cifra otros 23 millones, algo así como la población de Bogotá multiplicada por tres.
Sí se compara la tasa de participación laboral de 2019 con la de 2020, la tasa de desempleo en la región se eleva al 22,2%, según el organismo de las Naciones Unidas. En Colombia, donde la economía se contrajo 6,8% (menos de lo esperado por los analistas), la tasa de desocupación femenina terminó en el trimestre octubre-diciembre en 18,7%, pero en el momento duro de la pandemia fue muy superior, según el DANE.
De acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, “la pandemia del COVID-19 generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región.” Hasta el trabajo doméstico se precarizó y las jornadas se volvieron insoportables.
En Colombia hay un plan para generar 1 millón de puestos de trabajo femenino. 500.000 en el campo y 500.000 en los centros urbanos. Deberán cubrirse de aquí a agosto de 2022, pero la economía arrancó este año con una dinámica atravesada en enero por el rebrote del virus que obligó a restringir actividades.
El siguiente es un resumen del diagnóstico de la CEPAL sobre el impacto laboral de la pandemia y unas recetas para el rescate.
La tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46% en 2020, mientras que la de los hombres en 69% (en 2019 alcanzaron un 52% y un 73,6%, respectivamente). Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó al 12% en 2020, porcentaje que se eleva al 22,2% si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres de 2019. En 2020 se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo.
La caída del Producto Interno Bruto (PIB) regional (-7,7% en 2020) y el impacto de la crisis en el empleo están afectando negativamente los ingresos de los hogares. Se estima que alrededor de 118 millones de mujeres latinoamericanas se encontrarían en situación de pobreza, 23 millones más que en 2019.
Las mujeres de la región son parte crucial de la primera línea de respuesta a la pandemia. Un 73,2% de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres, quienes han tenido que enfrentar una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, que se suman al mayor riesgo al que se expone el personal de la salud de contagiarse del virus. Todo esto en un contexto regional en el que persiste la discriminación salarial, pues los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 23,7% inferiores a los de los hombres del mismo sector”, señaló Alicia Bárcena.
El estudio de la CEPAL remarca que el trabajo doméstico remunerado, que se caracteriza por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota, ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis. En 2019, previo a la pandemia, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado (de los cuales el 91,5% eran mujeres).
En total, este sector empleaba a un 11,1% de las mujeres ocupadas en la región. No obstante, en el segundo trimestre de 2020 los niveles de ocupación en el trabajo doméstico remunerado cayeron -24,7% en Brasil; -46,3% en Chile; -44,4% en Colombia; -45,5% en Costa Rica; -33,2% en México; y -15,5% en Paraguay.
“América Latina y el Caribe debe invertir en la economía del cuidado y reconocerla como un sector dinamizador de la recuperación, con efectos multiplicadores en el bienestar, la redistribución de tiempo e ingresos, la participación laboral, el crecimiento y la recaudación tributaria”, propone a los gobiernos la directora de la CEPAL, Alicia Bárcena. Hay que “priorizar en sus estrategias de vacunación al personal de salud -incluidas las personas que prestan servicios asociados de limpieza, transporte y cuidados-, y a quienes se desempeñan en los sistemas educativos y en el trabajo doméstico, en su mayoría mujeres, que son un pilar fundamental para el cuidado y la sostenibilidad de la vida”.
Según el documento de la CEPAL, un 56,9% de las mujeres en América Latina y un 54,3% en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores en los que se prevé un mayor efecto negativo en términos del empleo y los ingresos por causa de la pandemia.
El cierre de fronteras, las restricciones a la movilidad, la caída del comercio internacional y la paralización de la actividad productiva interna han impactado en las trabajadoras y empresarias vinculadas a los sectores del comercio, turismo y manufactura. Por ejemplo, el sector del turismo, altamente feminizado, en el que un 61,5% de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres, sufrió una contracción importante, que afectó principalmente a los países del Caribe, donde una de cada 10 mujeres ocupadas se concentra en este sector.
La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL propone establecer con urgencia reforzar las políticas de empleo y asegurar a las mujeres participación en los sectores dinamizadores de la economía en condiciones de trabajo decente. Asimismo, enfatiza la importancia de combinar medidas en apoyo al empleo y la reactivación con medidas de atención inmediata a la pérdida de ingresos.
En este contexto, “urge promover procesos de transformación digital incluyentes que garanticen el acceso de las mujeres a las tecnologías, potencien sus habilidades y reviertan las barreras socioeconómicas que estas enfrentan, de manera de fortalecer su autonomía económica”.
Urge avanzar en un nuevo pacto fiscal que promueva la igualdad de género y que evite la profundización de los niveles de pobreza de las mujeres, la sobrecarga de trabajo no remunerado y la reducción del financiamiento de políticas de igualdad.
Señala que además de transversalizar la perspectiva de género en todas las políticas de recuperación, se requieren acciones afirmativas en el ámbito de las políticas fiscales, laborales, productivas, económicas y sociales, que protejan los derechos de las mujeres alcanzados en la última década, que eviten retrocesos y que enfrenten las desigualdades de género en el corto, mediano y largo plazo.
Es el cálculo de la CEPAL del aumento de la pobreza femenina en 2020 por el impacto de la pandemia.